jueves, julio 12, 2007

10 años después.



Transcripción del narrador.

El 12 de Julio de 1997, ETA escribió en el libro de la infamia una de sus páginas más negras. Aquel día, poco antes de las 5 de la tarde, unos vecinos de La Sarte encontraban el cuerpo de Miguel Ángel Blanco sostenido apenas por un hilo de vida, tras recibir dos disparos en la nuca que poco después, provocarían su muerte.

Dos días antes, la banda terrorista había secuestrado al joven concejal del Partido Popular en Ermua y puesto precio a su vida, chantajeando al Gobierno y a todos los españoles que militan en la dignidad y en la decencia.

Los asesinos exigieron el reagrupamiento de todos los terroristas presos, a cambio de no matar a su rehén cuando expirara el plazo impuesto por los profesionales de la muerte.

Aquella siniestra cuenta atrás, hizo que España entera abarrotase las calles y las plazas para exigirles a los criminales que desistieran del horror, y que se plegasen al dictados de la vida y de la convivencia.

El país fue un clamor durante 24 horas. Un lazo azul unánime. Un grito silencioso en el que se concentraba la firmeza de la ciudadanía, frente a la dictadura de los pistoleros.

Pero el terror es voluntariamente sordo, y despiadadamente ciego. Cuando las alimañas cumplieron su amenaza, toda España sintió que aquellos dos balazos iban dirigidos contra todos nosotros. Contra nuestro futuro y contra nuestro presente. Habían matado a un hombre. A uno más. Pero este país cayó en la cuenta, quizá por vez primera, de que todos éramos víctimas. De que no se podía mirar hacia otro lado. De que no se puede vivir con dignidad, cuando alguien te roba la conciencia.

La muerte de Miguel Ángel Blanco fue un verdadero electroshoc que alertó a los espíritus de la mayoría y puso en marcha un movimiento cívico ejemplar que arrinconó a los asesinos y a sus cómplices. Que puso de manifiesto que la Hidra terrorista posee tantos disfraces como cabezas.

La sangre derramada de Miguel Ángel Blanco fertilizó el llamado Espíritu de Ermua. Un espejo en el que miles de personas se han mirado para poder reconocerse. Un compromiso con los valores de la libertad, y con los que han muerto o están amenazados por consagrar su vida a defenderla. Un espíritu, que junto a la lucha policial y las iniciativas judiciales y políticas de los últimos tiempos, ha hecho que ETA sea cada vez más débil.




BASTA YA.