lunes, noviembre 13, 2006

Día 15. O lo bien que sientan las camisas en los hombres…

Hoy iba a ser yo la prota del desayuno porque ayer después de comer me remangué las mangas del pijama (estuve todo el día con él puesto) y me puse a hacer un bizcocho para traer hoy.

Al llegar a la puerta de control, me he encontrado con L. que me ha dicho que él, igual que C. o que JF., va andando a trabajar porque viven en Getafe. Media hora antes se levantan… Qué suerte tienen algunos.

Al llegar al despacho, después de comerme una galletita de las que ha traído J. porque ayer fue su cumpleaños, he abierto Internet para mirar los vuelos y habían subido el del sábado también así que ya no podemos ir… Una lástima pero qué se le va a hacer.

Como le había pedido a JM. una cita para hablar con él, cuando ha tenido un hueco me ha llamado, hemos comentado un par de cosas del proyecto (¡qué nervios!) y le he dicho si podría cogerme un par de días libres recuperándoselos con tiempo (ningún problema, ¡bien!). Me ha dicho, respecto a mi proyecto, que si vemos que no da tiempo a implantarlo en todos los cuadros eléctricos, como mínimo se montaría en uno para que yo pudiese terminar mi proyecto. Es una tranquilidad enorme tener ese apoyo.
He vuelto a mi sitio, le he enviado el email con el par de cosas que necesito que pida a los de sistemas sobre la red Wi-Fi de la fábrica y me he puesto a ver con Mi. si en su ordenador había WinCC y como ha sido que sí, una cosa menos que tengo que pedir. Al fin y al cabo ese va a ser mi ordenador cuando él se cambie a su sitio en el otro departamento. El pobre no quiere irse, dice que prefiere quedarse con nosotros porque el lugar de trabajo es mejor. Ya es el segundo que se quiere venir para acá, al final sí que voy a ser una chica con suerte y caigo en los mejores sitios.
He escrito a S. después acerca de los cuadros que está cambiando, he contestado a P. el ingeniero al que había pedido unos planos por la mañana, y he seguido con mi estudio.
A la hora del desayuno, mientras los demás cogían los cafés de la máquina, he ido a coger sitio para todos (hoy éramos sólo 6 porque C. tenía un curso y Mi. ha desayunado con su jefe) y he ido partiendo el bizcocho. Me había quedado un poco crudo por dentro y la verdad es que nos sé qué les habrá parecido, pero Iñ. ha repetido dos veces y JF. Y J, una. No está mal, no? Ha sobrado un poco para C. y Mi. mañana. Pero poco.
Como no ha quedado perfecto, ya tengo excusa para repetir otro día. :p

Aún me impresiona recibir llamadas aquí y por eso cuando me han llamado de personal, mi respuesta a sido, ¿me llaman a mi? Pues sí, me llamaban para que les llevase algún papel que pueda servir hasta que me envíen por correo los impresos con las firmas que tantos viajes me costó. Les he llevado lo que tenía y me he vuelto.

Como me encanta sentirme útil, y ciertamente con el parón en automantenimiento no es así, cuando Iñ. ha tenido un problemilla con unas tablas, me he ofrecido a hacerlo yo mientras él seguía con su trabajo normal.
El subtítulo de hoy viene a que una de las cosas que más me gusta de esta oficina es lo bien que les quedan, tanto a Iñ. como a Mi., las camisas. Son estilos diferentes (la edad lo es) pero aún así es que no sabría decidir quién la lleva mejor. Es otra de las cosas buenas que tiene esta beca. Vale que yo sea una chica positiva, pero es que alegrarse la vista por las mañanas debía ser algo obligatorio para empezar el día con buen pie y mejor cara.

Bessssossss a reparti y sed buenos/as.